57th & 9th

Jul
5
2017
Madrid, ES
Universal Music Festival
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Sting: 'reggae' y yoga entre ricos y famosos...

El ex líder de The Police abre en el Teatro Real el Universal Music Festival.

A la imagen pública de Sting se le han ido pegando muchas cosas que condicionan la actual percepción que se tiene de él. Primero, la del indeseable antagonista del espíritu de The Who y los Sex Pistols en las películas 'Quadrophenia' y 'Who killed Bambi?'. Luego como divulgador del 'reggae' entre el público blanco (para algunos) o líder de flagrantes apropiaciones culturales (para otros) con su grupo The Police. Después, como viajero musical por el mundo, defendiendo causas como la de los pueblos nativos del Amazonas. O como héroe de los garitos pijos. Y, finalmente, como máquina del sexo tántrico y superhombre yogui que se conserva obscenamente bien para haber rebasado la edad de jubilación. Pero, aparte de ello, Gordon Sumner sigue siendo un músico que mantiene vivas las pasiones de hace 40 años, como se pudo comprobar anoche en el Teatro Real, en el primero de los conciertos del Universal Music Festival que ocupará el coliseo madrileño durante la mayor parte de este mes.

Ante un público en el que estaba desde la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, a famosos de la talla de Carmen Lomana, Manel Fuentes, Eduardo Inda, Nacho Cano o Antonio Carmona, entre otros muchos, Sting apareció radiante y tonificado, bebiendo tomando una taza de té, saludando en Español e interpretando a la guitarra acústica junto a su hijo Joe (corista en esta gira) 'Heading south on the great north road', de aires tradicionales británicos y celtas. Pero apenas había arrancado el concierto y ya empezaron los problemas. En 'Synchronicity II' no se oía su micrófono, lo cual provocó quejas airadas y pitos entre la gente que había pagado 300 euros por entrada que se transformaron en aplauso cuando volvió el sonido de su voz a la canción, la primera de muchas paradas por el repertorio de Police.

'Spirits in the material world', también de su difunto grupo, orientó el rumbo hacia Jamaica, que remató una versión 'dub' a base de guitarras de 'Englishman in New York', que provocó algunos conatos de baile en las esquinas a base de bombo y palmas de estadio. Fue también el primero de los numerosos 'sing-along', los cánticos entre músico y público, de la noche, con Sting pidiendo en español "más fuerte, por favor" cuando llegaba, paradójicamente, lo de 'Be yourself / no matter what they say'.

'I can't stop thinking about you', una de esas canciones con las que se ha ganado enemigos entre quienes le ven como un mensajero del horror-AOR ('Adult Oriented Rock' o Rock orientado para adultos) antes de una 'Every little thing she does is magic' de los Police más poperos, que dio paso a uno de los valles del concierto, con 'One fine day', 'She's to good for me' (levantado con un 'blues' de acordeón), 'Mad about you', con sus devaneos orientalistas y 'Fields of gold', otro momento de anuncio televisivo de programa matinal.

'Shape of my heart' sintetizó lo que es Sting desde el final de The Police: el cruce de caminos, la melodía amable que no molesta, el toquecito 'unplugged' a la luz de las velas y la voz de Gordon por encima de todo y sin descabalgarse nunca.
 
Luego, para levantarlo, un poco de ruido (tampoco una cosa horrorosa) con 'Petrol head', empalmado con 'Message in a bottle', con bailes ligeramente desaforados en las primeras filas que requirieron una llamada de atención de los acomodadores. 

Tras ello, su hijo atacó él sólo con la guitarra un 'Ashes to ashes' (de David Bowie) con una voz que te dejaba con la ceja torcida: por momentos su padre, por momentos Bowie. '50,000' y 'Walking on the moon' terminaron de encarrilar este momento dulce, pese a otro innecesario 'sing-along'. Y 'So lonely' demostró su potencial para poner a botar el local 'pureta'; hubo hasta quier puso el peligro su integridas física botando en el borde mismo de su palco mientras se hacía 'selfies'.

Enfilados ya, empalmaron del tirón 'Roxanne', sexy y mutante, que parecía que pedía incluso humo de 'cannabis', con 'Ain't no sunshine' para volver de nuevo a 'Roxanne'.

'Next to you', especialmente hermosa, fue un descanso y, de nuevo sin respiro, esa oda al acoso asfixiante que es 'Every breath you take', aunque el paso del tiempo la haya convertido en excusa para arrumacos. 

Cerró 'Fragile', de nuevo con su guitarra. Y uno se lo podía imaginar caminando por la playa cubierto de una blusa y un pareo de lino blancos. Al fondo, una fiesta ibicenca en la arena, de la que él se aleja, pensando en que incluso los más ricos y poderosos comparten algo con el resto de los mortales: "Qué fragilidad", remató en castellano.

(c) El Mundo by Dario Prieto

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